lunes, 6 de abril de 2020

TRILOGÍA DE LO ESENCIAL (TRES POEMAS)

           
       


            DIGNIDAD



De las entrañas del vacío existencial
surge un grito contenido,
un martillo que no cesa de golpear
y que nos recuerda
lo que nunca podremos poseer:
una vida digna para siempre.
Se nace con dignidad,
pero solamente algunos
mueren con ella.
La palabra nos consuela,
pero las palabras no permanecen.
Hay plantas que crecen
en un entorno hostil
y mantienen su decoro,
su color, su dignidad.
El animal domado, antes salvaje,
al que se le arrebató su libertad,
que reclama su anterior condición,
defiende su mermado terreno
sin perder la dignidad.
La persona que sigue erguida
a pesar de las dificultades,
que lucha por sus principios,
que mira de cara a la vida,
que llora por la injusticia,
que respeta la bondad,
que ama, que madura,
que encuentra el equilibrio,
vivirá con dignidad.






           HUMILDAD



Cuando la sabiduría medra
la humildad también.
Cuando lo material importa
la humildad se diluye.
Cuando el orgullo se eleva
la humildad nos abandona.
Quiero que la humildad
se quede conmigo para siempre,
que determine mi carácter.
Y poder sentirme grande,
tolerante, capaz, lúcido,
agudo, libre, único.
Y aprender que la vida
carece de sentido sin humildad,
que sirve para amar bien,
para encontrar alguna verdad,
para hallar la felicidad.






           FELICIDAD



Sonreír tras una mirada.
Lograr que las pequeñas cosas
se conviertan en inmensos placeres.
Crear un mundo maravilloso
partiendo de muy poco.
Querer y ser correspondido.
Envejecer junto a esa persona
positiva y que ríe de verdad.
Desear que los días no acaben.
Soñar durmiendo y despertar soñando.
Leer por placer e imaginar leyendo.
Acariciar, besar, amar,
entregarse y confiar.
Flotar en un mar de sosiego.
Caminar por un sendero de tranquilidad.
Escuchar al anciano
hablar bien sobre la vida.
Llorar mucho de emoción
y casi nunca de tristeza.
Calmar con alegría la soledad
y sentir la compañía de quien te ama.
Asumir sin temores
la llegada del momento final.







martes, 31 de marzo de 2020

DUDAS EXISTENCIALES Y PAZ INTERIOR






Dicen que el Covid-19 va a arrasar África, pero yo no estoy tan seguro. Me temo que el impacto será mucho menor que el de enfermedades que aún asolan al continente: el sida o la malaria. Tampoco podrá con la terrible pandemia que devasta esas latitudes: el hambre.

En China mueren más de cien mil seres humanos cada año a causa de la contaminación provocada por las fábricas cuya producción se destina a la Unión Europea y los Estados Unidos (diario “El País” 30 de marzo de 2017). En España mueren por enfermedades relacionadas con el tabaco más de 200 personas al día (diario “El País” 15 de junio de 2015), más de 60.000 al año. La OMS ha declarado en varias ocasiones el tabaquismo como pandemia. Las muertes por tabaquismo y contaminación superan con creces a todas las demás debidas a otras causas, sobre todo a las infecciosas. Pero, a día de hoy, tenemos más miedo a exponernos al Covid-19 que al tabaco o a la contaminación. Nos ponen en cuarentena, cierran casi todos los negocios, fábricas no esenciales, pero los estancos permanecen abiertos. Varios millones de españoles llegamos a casa, nos quitamos la mascarilla y los guantes y fumamos un cigarrillo tras otro, en muchos casos delante de las personas mayores a las que queremos proteger del coronavirus.

En la República Popular China empezó esta pandemia, dicen que a partir del consumo de murciélagos y otras especies contaminadas con dicho virus. Casualmente, todo comienza en el mismo país que genera diariamente una gran contaminación en sus tremendos complejos industriales; en realidad, muchos polígonos industriales de China son del tamaño de la ciudad de Santander, y los de Wuhan también. A lo mejor el origen de esta pandemia tiene más relación de lo que pensamos con ese mundo industrializado de la primera potencia del Mundo y sus cientos de empresas dedicadas a fabricar material sanitario. Ese material que ahora están comprando en Europa y Estados Unidos a cambio de cientos de millones de euros que tendremos que pagar todos los ciudadanos en el futuro, y a cambio también de sacrificar vidas de millares de chinos que perecerán por causa de la contaminación originada por dichas fábricas. Con suerte, salvaremos algunos miles de vidas. Todos esperamos que se contenga la curva de contagio y que esta pandemia no extermine al Ser Humano. Nadie se quiere contaminar con el Covid-19, porque si los gobiernos de todo el Mundo desarrollado están encerrando en casa a su población, seguro que esta pandemia es una cosa muy seria, y representa un gran problema de salud para sus ciudadanos; eso es indiscutible, y las muertes que está dejando en pocos días lo demuestra. El tabaco o la contaminación, que volverán a incidir sobre todos nosotros de una manera directa o indirecta, son pandemias tan peligrosas como este coronavirus; sin embargo, durante este confinamiento, ciertas fábricas siguen produciendo y contaminando, a la vez que los estancos siguen abiertos.

Probablemente lo que va a exterminarnos como especie es el exceso de producción de los sistemas capitalistas (China, India, Japón, Indonesia y Corea del Sur son claramente sistemas capitalistas; de hecho, pertenecen al G-20). La mayoría de los gobiernos de los países más desarrollados nos manipulan para que descartemos el socialismo como sistema económico sostenible. Y al mundo subdesarrollado se le vende armamento junto con la propaganda política pertinente para usarlo. Creo que esa es la cruda realidad en la que está inmersa la Humanidad.

Tenemos que mantener la esperanza en un mundo mejor, sí, nunca debemos dejar de caminar por esa senda tortuosa hacia la utopía. Espero que después de esta pandemia se remuevan muchas conciencias y cambien, aunque sea en poca medida, ciertos malos hábitos de la población occidental. A lo mejor puedo ver cómo el mundo desarrollado modifica sus brutales sistemas capitalistas logrando un mayor equilibrio en el reparto de la riqueza...¡Ojalá!

Si ese día llega, si esos tiempos los puedo vivir, tal vez muera en paz, tal vez crea que mereció la pena pasar por toda esta aventura que llamamos vida. Si no es así, si el mundo desarrollado sigue empeñado en producir cada vez más, lavar cerebros ondeando la bandera del consumismo, a la vez que girando la cabeza ante los problemas reales que tienen los habitantes de todo el Planeta, entonces seguirá apoderándose de mí el desasosiego y la frustración; y tal vez moriré con más dudas existenciales y menos paz interior.

martes, 17 de marzo de 2020

EL VIRUS MÁS MORTÍFERO ES EL MIEDO





El miedo matará más gente que el virus. El peor virus que nos puede entrar es el Estrés, sin duda. Si preguntas a cualquier médico sobre lo que debes evitar para tener una vida sana, lo primero que te responde es que intentes evitar el estrés. No hay peor infección que la que te inunda de miedo y estrés. Y sobre todo no tenemos que olvidar que la peor Pandemia que hay en el Mundo es el hambre, al que Occidente nunca pondrá remedio. 24000 seres humanos mueren de inanición AL DÍA en el Mundo, y el 80% de ellos son niños menores de 5 años. Mientras que cada día la pandemia del hambre asola a la Humanidad, nosotros, los acomodados ciudadanos del mundo desarrollado, ahora vivimos preocupados del coronavirus, otrora del paro, o de la mensualidad del PPV para ver el fútbol o el Netflix.

A veces siento vergüenza por pertenecer al mismo género que los políticos, grandes empresarios y maleducados hijos de occidentales acomodados. Me gustaría que reflexionáramos un poco acerca de esta situación y nos diéramos cuenta de que ahora más que nunca somos "masa borreguil" manipulados por los medios y actuando con miedo a contagiar o contagiarse de un virus que puede hacer desaparecer nuestro gran bienestar.

En la Edad Media el Clero, con su gran poder, nos hacía vivir con miedo al Infierno, porque la vida terrenal no era ni por asomo la misma que en el siglo XXI, siempre refiriéndose a Occidente. El Clero prometía un Cielo para todos aquellos que fueran creyentes y se sometieran a los dictámenes de la religión católica apostólica y romana. Ahora casi nadie cree en el Cielo y en el Infierno; se nos manipula con el temor a perder el paraíso terrenal que habitamos la minoría acomodada occidental.

En el fondo, creo que la especie humana es incapaz de evolucionar socialmente en un nivel global. Creo que el temor a perder nuestra acomodada vida nos puede hacer desaparecer como especie, porque el Mundo subdesarrollado no tiene la capacidad de destruir el Planeta como la tiene el Mundo desarrollado, bien con un virus de laboratorio, bien con armas nucleares o bacteriológicas. Seguramente el niño que muere de hambre en este mismo minuto en que escribo estas palabras desconocía los efectos del coronavirus y otras muchas cosas, pero de lo que estoy seguro es de que la corta vida que ha tenido ha sido lo más parecido a ese Infierno con el que el Clero amenazaba a los infieles en la Edad Media.

lunes, 6 de agosto de 2018

CAMINAR Y PARAR (SIETE POEMAS)






IMPACTO



Un agudo y punzante escalofrío
recorre el humano cuerpo,
destinado y marchito.
El semblante cambia de color,
las palabras dejan de sonar,
el tiempo se dilata
perdiendo su importancia.
Sucede lo inevitable,
lo que viene después de la vida,
lo que no podemos modificar.
Como un impacto, una implosión,
una visión borrosa, un garabato,
una desazón imparable,
un desmayo inconsciente…
Todo lo soñado, lo inalcanzable,
pasa al vacío recuerdo.
Las esperanzas, las alegrías,
las desdichas, el amor y la fe
fluyen por el cauce del olvido.
Cada momento vital se desvanece
y adquiere inconsistencia,
como si nunca hubiera pasado.



DOLOR


Un latido a destiempo, un espasmo,
un tremendo desánimo,
un amargo sabor en el paladar,
unos ojos chorreantes,
una impotencia indeseable…
Gotas de mercurio
que caen sobre la frente
y resbalan por el pecho
erosionando las entrañas,
calcinando el bienestar.
Se quiebra la rutina,
se rompe la armonía del silencio,
se cubre la entereza
con un manto de desesperación.
El dolor aflora por los poros
en forma de sudor frío, de desazón.
El dolor llega, entra sin permiso,
corrompe nuestras células,
escarba en las paredes del pudor.



INMORTALIDAD


Eras para siempre, intemporal.
Amabas la vida y querías seguir
sintiendo el aire en la cara.
De niño creía que eras inmortal,
tal vez por mi condición humana.
Tenías que vivir más que yo,
pero la enfermedad te invadió.
El salón mermaba mientras crecía,
pero tus hilos cubrían los huecos,
esos escondites de tu propiedad.
Las palabras, los murmullos,
las melodías tarareadas
y los momentos cálidos a tu lado
me han enseñado a querer caminar,
a continuar andando,
respirando, pensando…
Y melodías dulces me acompañan
en mi deambular diario por la vida,
canciones eternas, estrofas sin fin.



CONVERSACIONES


Hablando de la familia, del futuro,
de todo aquello importante,
de la vida y de la muerte,
de la fina línea que las separa.
Cuando las horas eran completas
y los minutos se expandían…
Cuando las palabras eran serenas
y la calma se adentraba en mi ser,
no imaginaba que desaparecerían.
El correr del tiempo desgasta la vida,
el flujo de sensaciones maravillosas
se va secando cual vieja piel.
Permanecerán las conversaciones,
nuestros sueños, las ilusiones.
Pero la mano cercana se ha ido,
y no volverá, ahora es humo.
Seguiré dialogando, aun en soledad,
aun en silencio, conmigo y sin ti.



CORRER


De niño corría, quería llegar al hogar.
Había muchas tardes felices,
algunas noches de esperanza.
De mayor me detuve a contemplar,
pude ver un sendero irregular,
aprendí a caminar solo, a tropezar.
Desde el sosiego de la madurez
he hallado ciertas respuestas
y ya no voy tan rápido, ando cauto,
guardando mis fuerzas para mañana,
buscando el equilibrio emocional.
Mientras las nubes se desplazan
dibujando fantasmagóricas siluetas,
yo me hago mis dibujos irreales
con mis seres perdidos,
los encuentro en mi memoria,
en mi inconsciente, en mis sueños.
Y no debo dejar de amar, de soñar,
de correr hacia la eternidad.



ARMONÍA


El tiempo se detiene en mi mente
y vislumbro unas felices secuencias.
Estoy junto a mi familia, en mi hogar,
me siento poderoso, capaz, pleno.
De entre los escombros
de esas imágenes
logro rescatar unas pocas,
las que la fragilidad de mis recuerdos
me permite visualizar
un tanto difuminadas.
Puedo sentir esa paz, ese sosiego…
Despierto, vivo y duermo otra vez.
Me levanto otro día,
sonrío, lloro, amo…
El silencioso paso de las madrugadas
ha ido distorsionando
los bellos acordes
del amanecer multicolor,
sin diluir los colores,
sin romper la armonía.



ESPERANZA


Lo último que se pierde, dicen,
el refugio del humano,
el argumento del religioso.
Te agarras con fuerza a ella
cuando llega el momento de parar,
de dejar de caminar.
La esperanza nos consuela,
nos hace más fuertes,
pero también más vulnerables.
Al dar ese último paso
hacia la inexistencia,
hacia la inevitable liberación
de la cruda realidad,
no perdemos la esperanza.
También nos llevamos con nosotros
todos los restos de esa vida,
alguna vez desaprovechada
por un irracional miedo a vivirla,
que tal vez perduren para siempre.






miércoles, 27 de septiembre de 2017

JUGANDO CON LA REALIDAD (CUENTO CORTO)






Laro había nacido en un limpio y avanzado hospital de una ciudad de occidente. El médico de guardia firmó el alumbramiento desde su dispositivo móvil conectado en red con la unidad central. Su infancia transcurrió dentro de un mundo aún más renovado y moderno que el de sus propios padres, que ya padeció de avances importantes y cambios significativos al paso de lustros. Laro, al igual que muchos adolescentes de su tiempo, poseía un abanico muy extenso de amigos, aunque no conocía a la gran mayoría de ellos en persona, solamente a través de video hologramas o fotografías recibidas vía red social. Él se sentía feliz por disfrutar de tantas distracciones derivadas de la tecnología con la que convivía cada día. Los amigos reales con los que jugaba, siempre con consolas, eran vecinos de su urbanización: chavales de parecida edad preocupados por superar los diferentes niveles de esos juegos en red a los que se enfrentaban. Pero a partir del día de su decimocuarto cumpleaños iba a suceder algo que perturbaría su bienestar emocional para siempre.
     Sus padres le regalaron un equipo informático capaz de ejecutar todo tipo de aplicaciones por voz; el teclado virtual no contenía letras o signos ortográficos, simplemente símbolos indicativos de borrado, afirmación o negación de frases. Acoplando un mando adecuado podía jugar a cualquier game del mercado sin temor a que no moviera con fluidez sus imágenes en tres dimensiones. Encontró por internet un juego con el que se viajaba cierta cantidad de años hacia el pasado abriendo la acertada puerta de entre las que aparecían con distintos aspectos para elegir; el realismo quedaba patente desde el primer momento en que se abría la puerta escogida.
     Después de un primer contacto con ese juego de las puertas del tiempo sin haber resultado muy satisfactorio debido a la imposibilidad de avanzar hacia el futuro, Laro decidió acercarse de nuevo al dispositivo una tarde para iniciar una partida y conformarse con retroceder hasta seis décadas. Al principio no sabía cómo reaccionar ante las distintas situaciones que planteaba el programa, tampoco cómo actuar delante de cada personificación que pudiera aparecer en escena. Se había colado en una especie de cabaña junto a la ribera de un río, con muchos árboles alrededor y flores multicolores en el jardín; era un ambiente muy poco conocido para este chaval introvertido, que vivía a caballo entre su casa, la de su vecino y la escuela. Laro no acostumbraba a salir de su entorno más que ocasionalmente, siempre a regañadientes cuando tenía que alejarse de sus pasatiempos o había de romper sus rutinas por algún motivo. Ese día, sin embargo, se quebraron gran parte de sus establecidos hábitos y no parecía importarle demasiado; deseaba conocer mejor todo lo que se le había presentado tras esa puerta. La ficticia realidad se iba configurando en cada momento con más intensidad, y Laro se olvidó de golpe de que estaba inmerso en un juego.
     Un muchacho bien vestido y muy educado se acercó a él y dijo:
   - Me llamo Juan y vivo aquí con mis abuelos, ellos han salido a hacer unos recados hace unos minutos. Si quieres podemos ir al exterior y te enseño los árboles que rodean la finca y las flores que tenemos en el jardín.
     Juan puso su brazo derecho sobre los hombros de Laro, quien, con asombro, comenzaba a sentirse muy a gusto junto a un amable holograma dispuesto a mostrarle una naturaleza totalmente desconocida para él.
     De repente Laro perdió la noción del tiempo; una extraña felicidad empapó la región emocional de su cerebro y un curioso bienestar se adueñó de su cuerpo, así como de sus sentidos. Juan lo condujo hasta el porche, le enseñó el recinto floral que sus abuelos cuidaban con esmero. Había rosas, orquídeas, hortensias y una exótica flor originaria de Asia, llamada corazón sangrante. Laro quedó impresionado con tanta belleza natural, pero no pudo oler los diferentes perfumes que desprendían algunos de esos preciosos brotes reproductores por más que Juan le invitaba a hacerlo. También le mostró las plantas: algunas de ellas medicinales, otras comestibles. Pero, al igual que con las flores, no fue capaz de percibir los distintos aromas que desprendían.
     Posteriormente se dirigieron hacia el río descendiendo por unas escaleras que partían de una puerta trasera de la humilde morada. El cauce era estrecho y el agua corría con muy poco caudal. Juan cogió un canto rodado en forma de disco casi plano y lo lanzó con su mano desde pocos centímetros del nivel de la superficie fluvial, observando ambos cómo la aplastada piedra daba varios saltos antes de hundirse. Laro nunca había visto algo semejante, por lo que quiso probar a hacer lo mismo que Juan, pero no lograba agarrar los pequeños fragmentos desgastados por la corriente del río. Juan se acercó a la orilla y se lavo la cara quedando muy satisfecho. Laro intentó hacer lo mismo, pero nada notó al meter las manos en el agua y tampoco llegó a su cara una sola gota.
     Unos minutos después traspasaron las puertas del muro que protegía la propiedad y se adentraron en un frondoso bosque donde se encontrarían con un peculiar holograma. En ese momento en que penetraron en un territorio de nadie, Laro se sintió un tanto indefenso y temeroso al caminar sobre una hojarasca con humedad que no percibía, pero que lograba intuir en el ambiente. Al llegar a un hayal situado a pocos pasos de la vivienda rural, se acercó un chico de morena tez, enjuto, desaliñado y vestido con harapos preguntando:
   - ¿Qué hacéis por este bosque de robles, hayas y abedules? ¿A lo mejor os habéis perdido? Yo me llamo Leo, decidme quiénes sois vosotros.
     Laro, sorprendido por la ropa que llevaba puesta Leo, respondió por los dos diciendo:
   - Yo me llamo Laro. Juan, que vive aquí al lado con sus abuelos, quería enseñarme este precioso bosque. Veo que llevas unas hojas con dibujos de animales y árboles en tus manos; te gusta pintar, supongo. Yo lo hago con un programa de ordenador, a veces, pero no me queda tan bien como a ti.
     Laro pidió permiso a Leo para examinar mejor sus fantásticos dibujos, mientras Juan les explicaba que en la antigüedad la madera de haya se utilizaba para escribir o dibujar tal como hoy se usa el papel, que se lo había contado su abuelo, a quien le encanta todo lo relacionado con los libros encuadernados, los ya viejos libros. Laro fue incapaz de sostener los dibujos en sus manos, pues estos las atravesaban y caían al suelo cada vez que Leo intentaba dárselos.
     Laro empezó a incomodarse por todo lo que no realizaba de manera normal y se dio cuenta de que estaba jugando con la realidad, lo cual entrañaba cierta confusión. Reflexionó unos minutos para llegar a la conclusión siguiente: "Seguro que si salgo del juego y de mi casa, dejando de lado todos estos entretenimientos, podré tocar, oler, sentir, aprender, entender muchas cosas y tal vez obtener habilidades nuevas aún sin explotar". Justo al acabar de pensar en todo eso, cerró la partida de las puertas del tiempo con el propósito de iniciar otro tipo de juego; esta vez no virtual, llamado vida real.
     Al día siguiente fue a casa de sus abuelos maternos. El abuelo había pertenecido muchos años a un grupo de montañismo, así que Laro le propuso ir un día a la montaña para que le enseñara cosas como hacer diferentes nudos con los cabos de una cuerda, saber orientarse sin GPS, distinguir las plantas comestibles de las que no lo son y algunas destrezas más. El padre de su madre accedió encantado a algo así, por lo cual no esperó una semana siquiera para irse con su nieto al monte y transmitirle parte de sus conocimientos sobre montañismo, así como otros asuntos relacionados con la naturaleza. Ambos vivieron una experiencia fantástica. En esta ocasión Laro pudo oler y coger con sus manos las plantas, también tocó la madera de los árboles, sintió dolor en sus pies cuando se tropezó con algunas piedras al andar, se manchó cuando cayó al suelo al resbalar con el barro y se lavó la cara con el agua de un río fluyendo con una fuerza que desplazaba ligeramente sus manos cuando las metía.
     A partir de ese día en que había ido al monte con su abuelo, Laro dejó de jugar con sus consolas, comenzó a salir a la calle a charlar con los chicos de su edad y se divertía bromeando con las chicas acerca de los cambios que sufrían sus cuerpos. Hizo amigos y amigas con los que iba al cine, a tomar un refresco o comer un helado, a corretear por grandes parques o pedalear en bicicleta por caminos rurales. Laro había empezado a disfrutar de una vida de verdad y ya no necesitaba jugar con la realidad.
   






jueves, 27 de octubre de 2016

DESPUÉS DEL ÁLBUM BLANCO






Cada uno tiene sus ídolos de la música pop-rock de todos los tiempos. En cada década, desde 1950 hasta hoy, se han dado nombres, tanto de grupos como de solistas, para ocupar los puestos más altos en la lista de los considerados más grandes de la música ligera. Hasta 1968 la música seguía una evolución bastante lógica, dentro de los cambios que aportaban las formaciones existentes en ese momento. Destacaban los Rolling Stones y los Beatles, precedidos por Elvis Presley, por encima de otros artistas cuya calidad era irrefutable. Hay tantos grupos o solistas de los que podría hacer mención, que necesitaría cientos de líneas para escribir sus nombres.

En la década de los sesenta sonaban las canciones cuyas voces pertenecían a Mick Jagger, Paul McCartney o John Lennon, incluso se competía para engrosar el club de fans. Los Rolling Stones siguen su evolución musical y lanzan su séptimo álbum, "Beggars Banquet", cuyo primer tema es "Sympathy for the devil". Mientras los Beatles lanzan su décimo álbum titulado "The Beatles" (también denominado "White album", dado que su portada es totalmente blanca; solo hay escrito "The Beatles" en la parte central), cuyo primer tema es "Back in the USSR". Ese mismo año surgen los tres grupos pioneros del Hard-Rock: Deep Purple, Black Sabbath y Led Zeppelin; aunque, con anterioridad, Jimmy Hendrix había sonsacado de su guitarra un sonido jamás antes oído.

La ruptura es enorme por parte de Hendrix y de las bandas en las que Jimmy Page, Tony Iommi y Ritchie Blackmore tocaban sus guitarras eléctricas. Supone un giro muy importante para el Rock. El sonido en directo de los tres grupos, al igual que el de sus grabaciones, resulta inaudito hasta ese momento. Ellos fueron capaces de crear un género distinto y con múltiples variantes al paso del tiempo. Pero los Beatles, que se habían convertido en uno de los iconos de las adolescentes de casi todo el Mundo, cuyas canciones alcanzaron las más altas posiciones en las listas de superventas de muchos países, al grabar el álbum blanco en 1968 quebrantaron su propia identidad; en realidad, fueron capaces de extraer su auténtica esencia como músicos. El disco doble contiene treinta temas y tiene una duración total de más de noventa minutos. La audición de esta obra maestra de la música pop-rock no deja indiferente a cualquier amante del Rock, al igual que a todo músico, compositor o intérprete, y, además, es la referencia obligada para muchos de aquellos que deciden aprender a tocar un instrumento o, simplemente, a crear su propia música.

La sorprendente catarsis que se hicieron los Beatles desembocó en la propia disolución del grupo al paso de dos años. Ningún grupo en la Historia del Rock ha sido capaz de autoanalizarse para crear su verdadera música. Ese único, e inigualable, trabajo de estudio convierte a los Beatles en una de las más grandes bandas de la Historia de la música pop-rock. Imagino que una gran mayoría piense que canciones como "Yesterday" o "Let it be" han hecho grandes a la Banda de George Harrison y Ringo Starr; cada uno es muy libre de creer lo que quiera. Lo que puedo decir es que después del álbum blanco nada ha sido lo mismo; solamente David Bowie con su trabajo "Ziggy Stardust", publicado en 1972, realizó un esfuerzo creativo de parecida dimensión, aunque con menor influencia posterior.





Gracias a mi desaparecido amigo César (El Patas), amante del Rock, guitarrista y defensor del álbum blanco, por compartir conmigo tanta música. Nunca te olvidaré, amigo mío.

martes, 27 de septiembre de 2016

LA LIGEREZA DE LA POESÍA





Un poeta, hoy, es ese bicho raro, al que nadie entiende, nadie lee y a nadie le interesa lo que dice. Me pregunto qué ha pasado con la poesía, ese medio de expresión de sentimientos íntimos que tanto les cuesta mostrar a los jóvenes de ahora. Hubo un tiempo, sin internet ni móvil, en que muchas personas se comunicaban por carta, se escribían poemas bonitos y se decían por escrito cosas muy importantes.

Cuando era joven, hace treinta años, y escribía octavas reales, sonetos y romances emulando a los grandes poetas de la Historia, al menos los que yo creía que lo eran, entonces sentía la letra —mi propia escritura— viva y maravillosa. Los diferentes poemas que escribí, al margen de la calidad literaria, requerían un cierto esfuerzo intelectual, una cierta dedicación, una "pérdida de tiempo" desde el punto de vista de los que se dedican a optimizar su tiempo en la actualidad. Tal vez haber nacido sin las comodidades con que nacen hoy los niños me condicionó para actuar de esa manera, en lugar de jugar con una consola o un móvil.

No sé si soy poeta o un impostor; no sé si prefiero la literatura a lo audiovisual, o, simplemente, creo que tengo que elegir siempre lo escrito para ser más feliz. Pero no dejaré de escribir poemas, a pesar de que no disfruten de una gran difusión en esta tecnológica sociedad. Leería cien —considerados mediocres— poemas antes que escuchar una profunda reflexión de Belén Esteban.

Seguiré escribiendo poemas de amor, apocalípticos, retorcidos, ásperos, nostálgicos, largos, cortos, sencillos, profundos, de la libertad, con rima, sin rima; en fin: poemas. Los escribiré asumiendo que el pequeñísimo hueco que ocupan en la ROM de cualquier ordenador confiere, en el futuro, una gran ligereza a la poesía.