martes, 13 de septiembre de 2016

CADA MINUTO ES DISTINTO




Lo único que he aprendido al paso del tiempo es que las cosas pueden cambiar de la noche al día, en una hora o, incluso, en un minuto; cada instante vivido es único e irrepetible, aunque tengamos la sensación de que todos son similares. Todo lo que nos parece imposible podría hacerse posible y al revés. Pero lo más importante es asumir que somos vulnerables a los cambios, que tenemos que estar preparados para asimilar las nuevas situaciones en los distintos ámbitos de la vida: sentimental, familiar o profesional. Cuando recibimos una determinada llamada telefónica comunicándonos algo que cambia de repente nuestro establecido esquema o nos encontramos con alguien que nos transmite una inesperada noticia, entonces tiembla todo lo que nos parecía estático y perfectamente consolidado en nuestra vida. En esos momentos nos percatamos de la fragilidad de nuestras creencias y de la inconsistencia de algunas afirmaciones que hacemos para afianzarlas.

Me asustan las personas que se creen mejores seres humanos que los demás, que se ven moralmente por encima de muchos, que no sienten ser de la misma condición (humana) que la de los asesinos, violadores o maltratadores; porque dicen ser incapaces de cometer tales actos. Y me pregunto entonces de qué género son los cientos de millones (sí, todos esos) de seres humanos en el Mundo (primero, segundo, tercero y cuarto) capaces de maltratar, abusar sexualmente o matar a menores y niños, en muchos casos sus propios hijos. Seguro que muchos de ellos creen en el mismo dios que los que no matan ni maltratan. A lo mejor nosotros mismos haríamos algo así con los menores si nuestras circunstancias fueran semejantes a las suyas.

Solamente sé que cada minuto es distinto, y lo digo porque el minuto después de saber que hay casi mil millones de niños que han sufrido (o sufren) abusos en el Mundo para mí fue muy distinto del inmediatamente anterior.

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