En este siglo XXI (no sé si La Humanidad permanecerá en La Tierra
hasta su finalización) se está produciendo, cada vez con más intensidad, un fenómeno
denominado "anestesia". Consiste en algo muy parecido al Circo Romano, se trata de "anestesiar"
a casi toda La Sociedad con programas de televisión superfluos, noticias manipuladas
para que no atenten contra nuestra cómoda situación, ciertas opiniones creadas por
los dirigentes que limitan a cada individuo a tener una propia, libros y películas
cuyo contenido sea lo más intrascendente posible para no tener que pensar mucho,
promesas acerca de un mundo mejor, etc. A lo mejor estoy equivocado por no querer
someterme a tal "anestesia", pues es muy probable que fuera más feliz
haciéndolo; no lo dudo. El problema es lo de la libertad de expresión y pensamiento.
Dicha "anestesia" atenta directamente contra nuestra libertad, en sus
dos niveles fundamentales, además de ir convirtiéndonos en seres cada vez menos
críticos: cualquier cosa que llene nuestro tiempo libre nos satisface si nos aparta
de pensamientos negativos o de la contemplación de un paisaje natural y directo.
Imagino ese mundo en
el cual no existen "Belenes Esteban" ni "Felipes de Borbón",
ese mundo ideal lleno de personas con juicio crítico y opinión propia; no con la
opinión de la mayoría, porque es la que los medios nos dicen que hemos de tener.
Imagino un mundo sin la parafernalia absurda de una realeza sin sentido y unos políticos
de pacotilla, ladrones, deshonestos, contaminados por falsos discursos impregnados
de demagogia y manipulación. A la vez que escribo, me percato de lo insignificante
que resulta el "populacho" para la realeza acomodada, la clase política
y los grandes medios de comunicación. Son la televisión y la radio, fundamentalmente,
los que se encargan de "anestesiarnos" día tras día (mientras consentimos
encantados) con unos "fármacos" bien controlados por los dirigentes políticos,
a su vez sometidos a los grandes empresarios y poderosos banqueros (los de "arriba",
los que tienen el dinero); es lamentable.
Tal vez acabe algún
día "anestesiado", como todos los millones de personas que ya lo están;
es muy difícil no caer en las redes de tal entramado tan bien montado; espero resistir
"despierto", soportando la contaminación audiovisual a la que estamos
expuestos y no permitir que me inyecten la "anestesia", a la cual han
sucumbido muchos de mis semejantes. El único antídoto que conozco para no acabar
en las "garras" de la "anestesia" es el mantenimiento de un principio básico de inconformismo: inquietud por descubrir algo que aporte conocimiento
y fomente el espíritu crítico.
Me temo que si un día
me logran dormir con la "anestesia" de la cual estoy dando datos, entonces
no podré expresar ninguna idea, ni realizar ningún acto con auténtica libertad;
así pues, ese día dejaré de ser una persona con opinión y pasaré al estado de "borrego
anestesiado" sin capacidad de discernir "lo que quiero hacer con mi vida"
de "lo que quiero que hagan con mi vida".
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